La presión arterial mide la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre a través del cuerpo.
Las lecturas de la presión arterial generalmente se dan como dos valores. Por ejemplo, 120 sobre 80 (escrito como 120/80 mmHg); el número superior se denomina presión arterial sistólica y el número inferior presión arterial diastólica. En la hipertensión arterial (HTA), uno o ambos pueden estar altos (por arriba de 140 mmHg la sistólica y de 80 mmHg la diastólica).
La HTA es una enfermedad que en la mayoría de los casos, como su instauración es gradual, no presenta inicialmente síntomas o signos relevantes que llamen la atención, pero es peligrosa por el daño progresivo que ejerce sobre los llamados “órganos blanco” (corazón, cerebro, retina y riñón), es por esto que se le ha dado triste título de “la asesina silenciosa” o “el enemigo silencioso”.
Afecta al 20% de la población del planeta, entre los 40 y 65 años y casi al 50 por ciento en las personas de más de 65 años.
La HTA es la causa de la mitad de todas las muertes por accidente cerebrovascular o enfermedades coronarias y la responsable de un 13% de la mortalidad mundial.